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E.GALEANO Y LOS CHOROS. . .

Publicado: 2015-09-18


El escritor uruguayo Eduardo Galeano, por desgracia recientemente fallecido, ha sido uno de los brillantes críticos de la sociedad occidental especialmente Latinoamericana. Él escribió un famoso libro: “PATAS ARRIBA: La escuela del Mundo al Revés”. En dicha obra hablaba el mundo en que vivían los poderosos y sus familiares, lo que él llamaba las “burbujas”. Para ir al grano de lo que nos interesa, allí describe residencias muy bien protegidas: altos muros, cercos eléctricos, guardias armados y ellos se movilizan en carros algunos blindados con guardaespaldas y sus hijos van al colegio con igual compañía. Así los chicos crecen acostumbrados a vivir en ese mundo que a pesar de todo no es otra cosa que vivir bajo el miedo. Los pobres, que son la gran mayoría, carecen de todos esos medios de protección y tienen que movilizarse al trabajo a la escuela, universidad a pie o usando transporte público y por lo tanto corriendo todo tipo de peligro exponiendo, incluso su vida: Es lo que vemos todos los benditos días en “nuestra” TV.

A este punto llega luego de un análisis del dominio mundial de los países poderosos y sus transnacionales, en desmedro de los países que aportan materias primas y mercados para sus productos manufacturados. Hecho que en 1951 tan bien describiera el reformador socialista quien llegara a ser presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, en un libro cuyo título de por sí lo dice todo: “EL TIBURÓN Y LAS SARDINAS: América Latina Estrangulada” . (Ya sabemos quién era el tiburón). Luego Galeano llega a analizar la inversión de las funciones en nuestra vida institucional entre la ciudadanía y los Poderes Públicos. Es decir, entre quienes están llamados a fiscalizar, tienen que ser fiscalizados; los que deben perseguir y sancionar el delito, brillan por su ausencia o se coluden con los delincuentes. En donde – más de una vez lo hemos dicho – la corrupción no tiene sus raíces en el suelo sino, en las alturas del Poder. En donde los gobernantes no gobiernan, sino más bien se dedican a hacer dinero y arreglar sus problemas sórdidos que sin duda les quitan el sueño. Casi todos comienzan a galope y terminan por las patas de los caballos. Allí están las encuestas históricas y las actuales. ¿O me equivoco? Claro que tenemos países vecinos como Bolivia, gobernado por un presidente de extracción indígena que trata de sacar a su pueblo adelante sin la “ayuda” de su esposa cuyo nombre ni siquiera se conoce. (En el Perú ya sabemos para qué sirven algunas esposas, con excepción de Susana Higuchi, quien tuvo el valor de denunciar la corrupción de la familia Fujimori. Muy caro tuvo que pagar ese gesto digno, en manos de don Alberto y con la complicidad de Keiko y hermanos).

En este panorama invertido, el Perú está, pues “Patas Arriba”, sin esperanza - hasta ahora - de que alguien lo ponga de pie. Nos dirán “pesimista” y les contestamos – como le dijimos a un político litigante que a última hora ha fundado un partido porque dice que “toda su vida se ha preparado para ser Presidente”—que: “Pesimistas son los que saben cómo terminan los optimistas”, según un intelectual zahorí. Y es que uno no es pesimista u optimista por naturaleza, sino por análisis de la realidad y sus antecedentes.

Sin embargo, vemos algunos prestigiosos intelectuales “light”, que andan de manos y no ponen sus pies en la tierra, que insisten en la monserga que la “violencia engendra más violencia”, como si la Historia no fuera, al fin de cuentas, el relato de la sucesión de grandes hechos violentos ¿Cómo nacieron nuestras Repúblicas?, ¿Cómo se liberaron las Colonias? ¿Cómo han caído sangrientas dictaduras? Sin la violencia no tuviéramos héroes ni militares ni civiles. ¿En qué país se ha resuelto la criminalidad agresiva a pañuelazos? Otros dicen: “Cuando se silencia la voz de la legalidad, se deja espacio a la arbitrariedad y al brutal uso de la fuerza”. Nos preguntamos ¿cuál legalidad?. Si eso es lo que nos falta. Como hemos dichos en nuestro artículo anterior: “Cuando la Justicia cojea. . .”, se dan estos fenómenos, que a nadie hace feliz, precisamente porque no hay legalidad y el pueblo se siente desamparado. Que hay un Código Penal sí, pero ese no es más que un libro de letra muerta sino hay operadores: policía, fiscales, jueces que lo impongan. Y eso es de lo que carecemos por autoridades corruptas e inoperantes. Que se deja “espacio a la arbitrariedad y al brutal uso de la fuerza”, por supuesto. Pero ¿de quién es la culpa de que surja ese espacio? ¿De la población inerme? Si todo eso era previsible, ya lo hemos dicho. Como lo fue el sicariato y el crecimiento de mafias criminales y del narcotráfico. Pero ahora resulta que la “arbitrariedad” no proviene de los maleantes que transgreden las leyes roban y matan, sino de las pobres víctimas que defienden su vida y propiedades. Ellas no tienen defensores. Los abogados son para los delincuentes. Así estamos en el Perú. Como decía Galeano: “Patas Arriba”. Y encima pretenden algunos hacer una Escuela, es decir, una cultura, del “Mundo al revés”. Siempre dando ventaja a los delincuentes. A ellos ni les piden licencia de sus armas, a un ciudadano conocido y honesto si le encuentran un arma comete delito. En EE.UU, su única Constitución dice: “. . . no se restringirá del derecho del pueblo a tener y portar armas”.

Pues no debe olvidarse que estamos hablando de delitos flagrantes, de agresiones injustificadas, de atentados a la persona o su propiedad, de legítima defensa, no para quienes injurian, mientes o calumnian que no entrañan ningún peligro, menos justifican una defensa de una colectividad. Y este tipo de acciones tienen viejos antecedentes históricos. El más conocido es el drama de Lope de Vega: “Fuente Ovejuna” (“Todo el pueblo, a una”) escrita en el S. XV, fundado hechos reales, en el que el pueblo de ese nombre mata al Comendador de Calatrava por tiránico y abusivo. Y ante los jueces todos se hacen responsables. En el Perú actual – antes que haya redes sociales y fujimorismo – las Rondas Campesinas surgieron espontáneamente contra los abigeos y luego colaboraron contra los terrucos. Pues ¿quién iba a cuidar de sus ganados? Nosotros no tenemos Policía Montada en nuestras serranías. El movimiento de los “Indignados” en Madrid y Barcelona – del que fuimos testigos – usaron mucho las redes sociales, pero no fueron estas las que crearon la indignación, fueron simplemente el medio para movilizarse. Así que no confundamos las causas con los medios.

En las redes vemos muchas invocaciones religiosas que si uno está de acuerdo debe contestar: “Amén”. ¿Y qué pasa con esas campañas? ¿No sabemos que todos los delincuentes son religiosos y hasta tienen Santos de su devoción para que los proteja? En EE.UU, según encuestas, casi todos los que purgan condena profesan alguna religión, solo el 1% es ateo. “Popeye”, el mayor sicario de Pablo Escobar sobreviviente, quien hace poco salió de la cárcel y que tenía en su haber varias decenas de asesinatos según declaración a la prensa, lo primero que hizo fue ir a visitar la tumba de su Patrón, santiguarse y rezar arrodillado. La influencia de la religión sobre los delincuentes, es un buen tema para estudiar. Muchos creyentes no se dan cuenta que el Todopoderoso creó al hombre, pero también a las fieras de la selva y la ciudad.


Escrito por

Sigifredo Orbegoso

Doctor en Derecho: Constitucionalista. Ha enseñado en varias Universidades especialmente en la UNT (Decano)


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